Aqui Mariposa de piedra por Concha Alvarez en formato PDF
Primera entrega de la serie «Mariposas Negras».
La mente de Sara jugará con ella hasta hacerla creer que sus sueños pueden transformarse en realidad.
El día que la madre de Sara muere en un accidente de tráfico, la joven descubrirá que su mundo ha dejado de ser perfecto.
Cuando su obsesión por dibujar tumbas se convierte en algo mucho peor, Sara comprenderá que vive una pesadilla. Su mente jugará con ella hasta hacerla creer que sus sueños pueden transformarse en realidad.
Una realidad tan enloquecedora como enamorarse de un ángel de piedra; la escultura más antigua del cementerio de Pravia.
Descargar Mariposa de piedra pdf gratis
Aquí el Resumen del libro Mariposa de piedra
Todos guardaron silencio cuando Denis, enojado, lanzó la espada de fuego
a sus pies. Lucien contempló, disgustado, la actitud de su hermano.
Convertirlo en soldado estaba siendo una tarea ardua. Tenía cualidades, pero
mucho que aprender y una total falta de disposición. En cambio, Gerard, su
segundo hermano, sería un buen soldado, aunque su actitud rayaba la
insubordinación. Tarde o temprano incumpliría una orden y terminaría
condenado. Comprobó que no era el único que los vigilaba. Gabriel, el
arcángel y comandante de los guerreros de Dios, también los observaba. Sus
hermanos todavía no comprendían que era mejor no irritar al arcángel; sus
vidas dependían de ese hombre.
El resto de ángeles dejaron las armas en la mesa y se dedicaron a
ejercitarse. Gerard colocó los brazos tras la cabeza con un total desinterés por
las órdenes; Denis imitó su proceder. Ni siquiera se molestó en recoger la
espada, lo que le acarreó una mirada reprobatoria del encargado de
guardarlas. Lucien cerró los ojos y apretó los puños para contener su mal
humor. Podía lidiar con la indiferencia de Gerard, pero no estaba seguro de
lograr vencer la tozudez de Denis. Ese chico tenía una voluntad incorruptible
y había dejado muy claro, desde el principio, que se negaba a ser soldado.
El comandante colocó las manos tras la espalda para ocultar las garras y
regresó a su tienda. Esos tres le irritaban lo suficiente como para no controlar
su transformación. Desde el primer día, los Chevalier habían sido un
auténtico dolor de cabeza.