Aquí el libro pídeme lo que quieras y yo te lo daré pdf gratis por Megan Maxwell
Este libro a pesar de las discusiones que provocan sus diferentes caracteres, el empresario Eric Zimmerman y Judith Flores siguen tan enamorados como el día en que sus miradas se cruzaron por primera vez. Juntos han formado una preciosa familia a la que adoran y por la que son capaces de hacer cualquier cosa.
Flyn, aquel niño al que Judith conoció al llegar a Múnich, se ha convertido en un adolescente, y tal como les ocurre a la mayoría de los jóvenes, su vida se complica y afecta a todos los que conforman su entorno.
El abogado Björn y la exteniente Mel continúan con su bonita historia de amor junto a la pinsesa Sami. Sin duda, la convivencia les ha beneficiado mucho. Pero hay algo que Björn no consigue de Mel: que se case con él.
Las relaciones de las dos parejas van viento en popa. Se quieren, se respetan, nada parece fuera de lugar, hasta que de repente, personas y sorpresas del pasado irrumpen en sus vidas y lo ponen todo patas arriba.
¿Serán capaces de superar este giro inesperado? ¿Podrá con todo el amor que se profesan?; o, por el contrario, ¿cambiarán sus sentimientos para siempre?
Descargar pídeme lo que quieras y yo te lo daré pdf gratis
Adelanto del libro
Calor…, ¡madre mía, qué calor me está entrando! Eric Zimmerman, mi amor, mi marido, mi deseo, mi todo, me mira juguetón. La gente nos rodea mientras tomamos una copa en la barra del atestado local.
Estamos felices. La última revisión de los ojos de mi amor, tras regresar de pasar las Navidades en Jerez con mi familia, ha ido viento en popa. Su problema en la vista es una enfermedad degenerativa que se agravará con el paso de los años, pero de momento todo está controlado y bien. —Por ti y por tus preciosos ojos, corazón —digo levantando mi copa. Mi alemán sonríe, choca su copa con la mía y murmura con voz ronca, el muy ladrón: —Por ti y por tus maravillosos jadeos. Sonrío…, sonríe. ¡Adoro a mi marido! Llevamos cinco años juntos y la pasión que sentimos el uno por el otro es intensa, a pesar de que en los últimos meses mi gruñón favorito esté demasiado pendiente de Müller, su empresa.
En este instante, Eric está ansioso de mí. Lo sé. Lo conozco. Y, mientras pasea la vista por mis piernas, veo el morbo en su mirada. Ese morbo que me pone a mil y me hace disfrutar. Sé lo que quiere, lo que anhela, lo que desea, y yo, sin dudarlo, sentada en el taburete, se lo doy. No quiero esperar más.
Con un gesto erótico, me subo la falda de mi sensual vestido negro y abro las piernas para él. Para mi amor. Eric sonríe. ¡Me encanta su sonrisa pícara! Y, antes de que pregunte, susurro: —No llevo. Su sonrisa se amplía al saber que no llevo bragas. ¡Qué bribón! Entonces, tras acercarse a mí, pasea su boca por la mía y murmura poniéndome a cien: —Me encanta que no las lleves.
Segundos después, sus manos recorren mis muslos posesivamente y con seguridad. Tiemblo. Mi respiración se acelera, mi cuerpo se enciende y, cuando siento cómo esas manos que adoro se desplazan hacia la cara interna de mis piernas, cierro los ojos y jadeo.