Vivir para contarla pdf

Aquí el libro Vivir para contarla el cual es el primero de tres volúmenes de relatos autobiográficos del premio Nobel colombiano Gabriel García Márquez, y que publicó en 2002.

Nos Cuenta la historia de la infancia y juventud de García Márquez, entre 1927 y 1950, finalizando con la propuesta de matrimonio a su esposa. Se centra especialmente en su familia, la escuela y sus primeros años como periodista y escritor de cuentos cortos.

También incluye referencias a numerosos acontecimientos de su vida que acabaron reflejándose de algún modo en sus novelas, como la masacre de las Bananeras que aparece en Cien años de soledad. También se refiere a aquellos amigos cuya vida y muerte sirvieron de modelos para Crónica de una muerte anunciada, y a sus propios padres, que sirvieron de inspiración para El amor en los tiempos de cólera.

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Adelanto del libro

Mi madre me pidió que la acompañara a vender la casa. Había llegado a Barranquilla esa mañana desde el pueblo distante donde vivía la familia y no tenía la menor idea de cómo encontrarme.

Preguntando por aquí y por allá entre los conocidos, le indicaron que me buscara en la librería Mundo o en los cafés vecinos, donde iba dos veces al día a conversar con mis amigos escritores.

El que se lo dijo le advirtió: «Vaya con cuidado porque son locos de remate». Llego a las doce en punto. Se abrió paso con su andar ligero por entre las mesas de libros en exhibición, se me plantó enfrente, mirándome a los ojos con la sonrisa picara de sus días mejores, y antes que yo pudiera reaccionar, me dijo:
—Soy tu madre.
Algo había cambiado en ella que me impidió reconocerla a primera vista. Tenía cuarenta y cinco años. Sumando sus once partos, había pasado casi diez años encinta y por lo menos otros tantos amamantando a sus hijos.

Había encanecido por completo antes de tiempo, los ojos se le veían más grandes y atónitos detrás de sus primeros lentes bifocales, y guardaba un luto cerrado y serio por la muerte de su madre, pero conservaba todavía la belleza romana de su retrato de bodas, ahora dignificada por un aura otoñal.

Antes de nada, aun antes de abrazarme, me dijo con su estilo ceremonial de costumbre:
—Vengo a pedirte el favor de que me acompañes a vender la casa.

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